sábado, 27 de agosto de 2011

El límite de la resistencia en la Batalla de la Angostura IX


Los momentos más terribles de la batalla fueron en la tarde
del día 23. La mayor parte de los oficiales norteamericanos como
Yell, de Arkansas, Mckee, Lincoln y Clay, murieron durante ese
lapso en los enfrentamientos. Tan sentida fue la muerte de estos
oficiales, que Taylor hace mención de estas bajas en dos ocasiones
en su parte militar de la batalla.

La batalla terminó cerca de las seis de la tarde, aunque los tiros
de cañón se prolongaron hasta que se cerró la noche por completo.
Sólo faltaba a las tropas mexicanas hacer un último esfuerzo para
obtener la victoria. Eso debía de ser al día siguiente. Sin embargo,
afirma Vito Alessio Robles, era imposible exigir un esfuerzo más
a aquellos soldados agotados hasta el último extremo: “El arco
de la humana resistencia se encontraba tenso, hasta el límite de
la ruptura”.

Al caer la noche las tropas mexicanas habían obtenido ya cinco
posiciones enemigas. Sólo faltaba el último esfuerzo al día siguien-
te; pero Santa Anna, en una actitud que aún causa sorpresa, y a
muchos indignación, ordenó a su ejército la retirada argumentando
el cansancio extremo de las tropas, la falta de alimentación y la
gran cantidad de heridos.

El general mexicano José Vicente Miñón, desde antes de iniciar
los combates el 22, se había ubicado con su caballería en la reta-
guardia del enemigo –había entrado a la mesa de Arizpe por San
Isidro de Palomas, la actual Arteaga–; sin embargo, no reforzó
las acciones de las tropas mexicanas. Sus 1 mil 200 hombres de
caballería permanecieron en la retaguardia inactivos cerca de la
hacienda de Buena Vista mientras los combates se desarrollaban
en La Angostura. Apresaron a unos voluntarios de Indiana que,
despavoridos corrían del campo de batalla hacia Saltillo la tarde
del día 23.

Posteriormente Miñón afirmó que Santa Anna no le dio nunca
la orden de atacar. Santa Anna criticó la inacción de este militar, y
al llegar a Matehuala se regresó a San Luis Potosí, lo hizo prisionero
y lo degradó pocos días después.

En realidad no era tan sencillo ganar el combate como parecie-
ra. Aunque era muy probable que en el campo de La Angostura,
México hubiera obtenido la victoria, el avance hacia Saltillo –a
sólo 12 kilómetros– representaría continuar combatiendo contra
las fuerzas estacionadas en la ciudad y los refuerzos de artillería
norteamericana en la madrugada del 24 de febrero.

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