sábado, 27 de agosto de 2011

El límite de la resistencia en la Batalla de la Angostura X


En Saltillo los estadounidenses tenían artillería pesada apostada
en el llamado Fortín de los Americanos (en la hoy Plaza México).
Además, en las calles principales de la Plaza de Armas se había
cavado una zanja para dificultar el paso de infantería y caballería.
Incluso en la torre de la parroquia se había colocado un cañón.

Por otra parte, mientras México sólo disponía de un ejército,
Estados Unidos tenía otro ejército completo bloqueando Veracruz
y en menos de un mes atacaría el puerto. Algunos soldados nacio-
nales que pelearon en La Angostura en febrero y en abril lucharon
de nuevo cerca de Xalapa, en Cerro Gordo, lo que significa que
recorrieron más de mil kilómetros en menos de 80 días.

Los soldados mexicanos hubieron de retirarse del campo y reple-
garse al sur, a la hacienda de Agua Nueva. En el campo de batalla
quedaron 594 mexicanos muertos, 1 mil 048 heridos y 1 mil 894
dispersos. Las tropas de Estados Unidos contaron en sus bajas 267
muertos, 456 heridos y 23 dispersos. Taylor había vuelto a Saltillo
con el fin de observar los trabajos para la defensa de la ciudad, de
manera que hasta el día siguiente, el 24 de febrero, advirtió que las
fuerzas mexicanas habían abandonado el campo de La Angostura.

En la noche del día 23, en el camino a La Encantada, las tropas
de Santa Anna encendieron fogatas. Santa Anna explicaba al go-
bernador de San Luis Potosí, Ramón Adame, en un extraordinario
texto que escribió en el mismo campo de batalla, al anochecer de
ese día, lo siguiente:

Después de dos días de batalla en que el enemigo con una fuerza
de ocho a nueve mil hombres y 26 piezas de artillería, perdió
cinco de sus posiciones, tres piezas de artillería y dos banderas,
he determinado volver a Agua Nueva a proveerme de provisio-
nes, pues no nos ha quedado ni una galleta, ni un solo grano de
arroz. Valido de las posiciones que ocupó el enemigo, no ha sido
totalmente derrotado, pero ha dejado tendidos en el campo como
dos mil cadáveres. Ambos ejércitos se han hecho pedazos, pero
los trofeos de guerra darán a V idea de parte de quien ha estado
la ventaja. Hemos luchado con el hambre y la sed por más de
cuarenta horas, y si logramos proveernos de recursos volveremos
a la carga. Los soldados de mi mando han cumplido con su deber,
han dejado cubierto el honor de las armas mexicanas, y el enemi-
go ha visto que ni sus posiciones ventajosas, ni la fragosidad del
terreno, el rigor de la intemperie, pues nos llovió en el momento
del combate, impidió las terribles cargas a la bayoneta, que lo han
dejado escarmentado.

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