la batería principal al mando de Antonio Corona, ubicada en una
pequeña loma junto al camino, cerca del cuartel general de Santa
Anna. Tenía tres pesados cañones: dos de 24 libras y uno de 16
libras. (Las medidas se refieren al peso aproximado de una bala
sólida de acero, que cada cañón puede disparar; el diámetro de las
balas de 24 libras era de 5.5 pulgadas, y el de 16 libras era de 4.8
pulgadas. Cada cañón pesaba más de una tonelada. Se requerían
6 caballos para mover cada pieza.)
En la mañana del 23 de febrero, Taylor ordenó al primer regi-
miento de dragones que atacara a la batería de los San Patricios,
pero la carga no tuvo éxito. Dos cañones del 4o de Artillería fueron
capturados por los mexicanos en Buena Vista, como resultado de
un intenso bombardeo hecho por los San Patricios, ayudados por
las tropas de soporte.
Indiana y de Illinois y tomaron un cañón de O’Brien.
Cerca de las dos de la tarde cayó una llovizna que pronto se
convirtió en un fuerte aguacero. El agua caía con dirección de
norte a sur, es decir, dando en los rostros de los mexicanos. Esto
llevó obligadamente a una tregua de 15 a 20 minutos. Después
del chubasco, un vistoso arco iris iluminó el paisaje.
En la tarde, Santa Anna intentó de nuevo dar una embestida de
frente al enemigo con todas sus fuerzas y conduciéndola él mismo.
Los norteamericanos se organizaron rápidamente en columnas
integrando a la mayoría de sus soldados. Se trabó una lucha tenaz
en las lomas y en los barrancos con bayonetas y sables, con fuegos
de fusiles y pistolas.
La caballería mexicana logró desbordar las líneas enemigas y
avanzar hasta Buena Vista pero, al verse sin refuerzos, debieron
volver al campo de batalla. Al hacerlo fueron confundidos por los
mismos mexicanos que hicieron fuego contra ellos, quienes al
percatarse de su error suspendieron los disparos.
Mientras tanto, el resto del ejército nacional obtenía la línea
enemiga, arrollando a la infantería de Illinois y al 2o de Kentucky.
Logró tres banderas enemigas. La artillería americana tomó posi-
ciones en la meseta –al lado oriente del camino– estableciendo una
feroz lucha al concentrar su fuego sobre las filas mexicanas.
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