Santa Anna ordenó sus tropas de la siguiente manera: a la derecha
(oriente) del camino, las divisiones de Lombardini y Pacheco.
En la extrema derecha, las tropas ligeras de Ampudia. Atrás de la
infantería, la artillería de Mora y Villamil y la del comandante
Antonio Corona. Más atrás, la caballería de Juvera. A la izquierda
de Santa Anna (al poniente), los húsares, y en el área posterior (al
sur), el parque general y la impedimenta.
Ese día era significativo en el patriotismo de los estadounidenses,
pues se celebraba el aniversario del nacimiento de George Washing-
ton, uno de sus mayores héroes. Hubo quienes además de sentirse
enardecidos por tal conmemoración, explicaron después que el bello
paisaje de La Angostura, las montañas, las barrancas y el cielo azul
les motivaron a luchar con mayor entusiasmo.
Los combates comenzaron cerca de las dos de la tarde, pero se
desataron con mayor fuerza a partir de la cuatro. Santa Anna, al
percatarse de lo difícil que era intentar un avance por el centro del
camino, y observando que la parte oriental del campo –derecha
mexicana, izquierda norteamericana– había sido descuidada por
los extranjeros, envió una brigada de infantería al mando de Pedro
Ampudia, para ganar una altura de la sierra. Al darse cuenta,
Taylor envió a las fuerzas del coronel Marshall, los rifleros de
Arkansas y de Indiana a proteger ese sitio.
El tiroteo fue nutrido y la lucha duró de las cuatro de la tarde
hasta el anochecer, momento en que los mexicanos lograron
obtener esa posición. Un clarín mexicano vibró al obtener esa ventaja.
Durante la noche, los mexicanos causaron bajas al enemigo
deslizándose en la oscuridad y haciendo uso de sus bayonetas.
Mientras se desarrolló la batalla, Webster tenía emplazados en
Saltillo varios cañones en el fortín sobre el Ojo de Agua. En la ciu-
dad se había colocado un cañón en el campanario de la parroquia
y se habían abierto fosos en las esquinas de la Plaza de Armas,
previniendo el eventual avance mexicano.
En La Angostura, el día 23, a la seis de la mañana, poco antes
de romper el alba, las fuerzas mexicanas hicieron un servicio re-
ligioso, y en poco tiempo iniciaron furiosamente los combates en
el extremo derecho de la línea mexicana.
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